Inicialmente cuando se trata del mundo empresarial existen diferentes estrategias, las que se aplican para generar competencia entre las empresas establecidas y los nuevos emprendimientos. Esto mismo ocurre en el mundo de la tecnología, suceso que ha generado la aparición del término tecnologías disruptivas.
Este tipo de tecnología también es conocida como la innovación disruptiva, y se trata en esencia, de una estrategia de mercadeo que busca establecer competencia en avances programáticos respecto a las marcas de productos electrónicos más reconocidos.
Un ejemplo de ello es lo que ocurrió con el sistema de GPS, ya que inicialmente este se centró en el uso dentro de la gama automovilística; sin embargo, con las modificaciones necesarias, este sistema permitió la descentralización del servicio así como logró orientarse hacia la telefonía fija y móvil.
En esencia las tecnologías disruptivas buscan ampliar el campo de servicio que ocupa un dispositivo o sistema informático, a través de la introducción del mismo en mercados de no-consumo; este es un inicio de escasas prestaciones y que se enfoca en clientes menos demandantes.
Por consecuente, esta metodología es menos rentable para las marcas más establecidas en el mundo de la tecnología; por lo que desde un enfoque piramidal, las mismas se mantienen en el punto superior, mientras que se producen avances en tendencias internas en la parte inferior de la estructura.
Campos innovadores de las tecnologías disruptivas
Estas estrategias de mercadeo y producción, se ha puesto en marca en la industria telefónica, automovilística, así como también en la producción de transistores y memorias flash; lo cual ha sido el detonante de la variedad de alternativas que existen en las mismas.
Al hablar de la aplicación de las distintas innovaciones disruptivas en el mercado, estas poseen na fecha y momento preciso para su aparición por primera vez. En el caso de la industria de telefónica, la primera participación de esta estrategia tuvo lugar a finales de los años 90.
Sin embargo, esta no sería la primera ocasión en que se habla del termino, ya que remontándose a los años 20 e incluso antes estaría dándose el fenómeno en el campo del automovilismo.
Visto desde un enfoque más amplio, es necesario percibir este protocolo como un recurso adicional que se aplica en el comercio para incentivar no solo el consumo o la demanda de un producto, sino también para movilizar e incrementar tanto la producción como las posibles mejoras que pueda sufrir el mismo.